Creía en el destino ciegamente, en la magia y las señales.
Creía que el tiempo ponía a cada uno en su lugar, y que los sueños, tarde o temprano se hacían realidad.
Creía tan ciegamente, que sólo con creer, creía que las cosas irían bien. Que todo el sufrimiento tenía sentido, y que al final obtendría su premio.
Pero se equivocó, y pecó de cabezota.
Entonces se hundió, en un agujero muy negro, donde sólo había lágrimas, agua salada que salía de sus ojitos.
Y todo se caotizó, más de lo que ya se había caotizado, por creer en algo que no era.
Durante mucho tiempo todo era oscuro, y sólo había dolor.
Pero entonces, un día, salió el sol, aprendió.
Aprendió que a lo mejor creer no era suficiente, y que esas cosas en las que creía no eran ciertas, que la vida era algo más simple, que sólo eran decisiones y consecuencias.
Y un día apareció él, alguien que había estado ahí, que apareció en el momento exacto, en el lugar exacto. Alguien que le enseñó que todas esas cosas que siempre había querido existían, alguien muy especial.
Y entonces, un día, volvió a creer.
2 comentarios:
chico fabuloso, ha sido una señal, es la canción que estoy escuchando...
Lo importante, es saber, que las cosas buenas, están ahí... escondidas...
:)
Publicar un comentario