De amistad y amor

Si hay algo que estoy aprendiendo en este 2011, y finales de 2010, es que la amistad es muy parecida al amor.

Cuando conoces a alguien, lo primero que haces es conocerlo, comprobar sus gustos, sus aficiones, los puntos en común... Si se cumple que tenéis los mismos gustos, aficiones, y quizás también sueños, está prácticamente todo hecho.

Después, sólo queda cocer a fuego lento, mantener la relación, el contacto, estar ahí en los malos momentos, en los buenos, formar parte de su vida.

Pero no todo son cosas buenas, también hay crisis, y normalmente se intentan superar. Quizás esto puede ser una diferencia, en una relación de amistad, hay muchos factores que pueden influir en que las crisis no se superen. No podría decir cuáles exactamente, tal vez es que damos menos importancia a los amigos y más a la pareja.

Y como no, en el peor de los casos, llega la ruptura, el fin de todo. Perder a una persona con la que has compartido muchos momentos, confidencias, charlas. Lo más triste de todo, porque cuando acaba una amistad se acaba, deja de haber contacto, mientras que en una relación, siempre se puede quedar como amigos. Y con esto no estoy diciendo que sea menos doloroso, solamente que hay más esperanza.

Hace unos meses, una personita que fue muy buena amiga mía quiso recuperar el contacto conmigo. Yo, cansada de dar mi brazo a torcer, de ser la tonta, y de la que se aprovechaban (obviamente hablo desde mi punto de vista, es mi versión), y valorando quiénes eran mis amigos de verdad, le dije que no tenía intención de recuperar nada.
Ayer, esa personita me borró de su vida. No se lo reprocho, pero me hizo pensar en si habría hecho las cosas bien. Como siempre, hice lo que me decía el corazón, con unas gotitas de sentido común.
A esta personita le dedico este post. Que te vaya bonito.